Bogotá Blog Entry (En Español)

Teleférico de Monserrate Bogotá D.C. - Colombia
Fotografía: Alex Cruz Photographer

Entre el 2010 y el 2011, tuve la oportunidad de vivir y trabajar en Bogotá – Colombia por alrededor de un año. Aunque sabía pocos detalles acerca de la historia Colombiana y la cultura antes de llegar, vine equipada con fuertes habilidades en el idioma español y una curiosa, mente abierta. Había llegado a trabajar con una bien conocida iniciativa social Colombiana – El Minuto de Dios – y después de unos cuantos días de orientación, fui lanzada hacia un ambiente de oficina, lleno de compañeros de trabajo colombianos.

En lugar de ser excluida e ignorada como una extranjera, mis compañeros entablaron temas sobre las diferencias culturales por medio de preguntas sinceras e hicieron de un hábito el invitarme a acompañarlos a almorzar.

En los Estados Unidos, estaba acostumbrada a almorzar sobre mi escritorio y a tomar descansos sólo cuando hacía recados o cuando hacía pequeñas caminatas alrededor de la manzana, pero aquí la hora del almuerzo era de estilo familiar, indulgente (frecuentemente con una duración de una hora) y con conversaciones animadas sobre educación, política, religión, filosofía de la vida, familia, relaciones interpersonales, y más.

Estaba tanto inspirada como intimidada por las bromas fugaces de mis compañeros,  las referencias culturales y la jerga regional que era tan nueva para mí. Afortunadamente, casi siempre fueron pacientes e interesados en compartir conmigo, y nunca parecieron cansados de explicarme ellos mismos,  o de preguntarme sobre mis propias experiencias para compararlas con las de ellos y llenar los vacíos de nuestro entendimiento.

Adicional a esas horas diarias de almuerzo, fui invitada a visitar muchos sitios, a viajes de campo, proyectos de voluntariado, conferencias y celebraciones de clase que me ayudaron a integrar al trabajo, así como bodas, fiestas de cumpleaños y las celebraciones de la novena que me incluían en la vida Bogotana de mis nuevos amigos. Tal vez sólo tuve suerte con este muy especial grupo de compañeros en el Minuto de Dios, pero mi experiencia general en Bogotá, así como en otras ciudades que visité en Colombia, fue que incluso los colombianos que había acabado de conocer, estaban interesados en apoyar a los extranjeros y a su experiencia positiva en el país. Estaban entusiasmados al oír mis impresiones sobre lo que había visto y hecho, y aprendiendo sobre la vida en Estados Unidos. Mientras algunos Bogotanos se preocupaban sobre la percepción de desconfianza entre los ciudadanos en su ciudad, debida a la historia de altos índices de criminalidad, una puede esperar ser tratada como una buena amiga o un pariente, incluso por aquellos con los que se conoce poco.

Animo a los visitantes de Bogotá a conocerla en un nivel más profundo que aquel que permite el turismo tradicional. Visitar una de las tantas fundaciones o aún mejor, ser voluntario. Es una gran forma de conocer un lugar incluyendo a su gente, la cultura y la historia.

Si tiene tiempo libre en Bogotá después de visitar las atracciones turísticas como Monserrate, Zipaquirá y el Museo del Oro, recomiendo caminar por el parque Simón Bolívar y tomar un paseo en la “rueda de la fortuna” para ver la ciudad desde arriba. También asegúrese de visitar la Plaza de Bolívar los fines de semana para ver a las personas, mientras muerdes una mazorca, o un mango verde en rodajas acompañado con limón, sal y pimienta. Si estás allá un domingo, la “Ciclovía” es un deber. Estarás en buena compañía, caminando, trotando, patinando o montando bicicleta, y no deje pasar el jugo fresco de naranjas exprimidas, o el de mandarina, o mí favorito, el “salpicón”, una deliciosa bebida llena de trozos de fruta fresca. No se preocupe si llueve, la lluvia es frecuente pero breve, y si atrapa un resfriado, trátelo con “panela con Limón” un té herbal caliente hecho de caña de azúcar cruda y limones.

Si vas a Colombia a trabajar, a vivir, a hacer un voluntariado o a visitar, sepa que si es verdad cuando ellos dicen que: “El único riesgo es que te quieras quedar”.

Amira Resnick
Estudiante de Maestría en Administración Pública,
Los Ángeles California.

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