Bogotá necesita Desadaptados para conseguir la Paz


Que nadie se haga ilusiones de que la simple ausencia de guerra, aun siendo tan deseada, sea sinónimo de una paz verdadera. No hay verdadera paz sino viene acompañada de equidad, verdad, justicia, y solidaridad.

Juan Pablo II (1920-2005) Papa de la Iglesia Católica.


Fotografía: Alex Cruz Photographer
La palabra paz es una palabra polisémica, y como tal tiene múltiples significados, la Real Academia Española tiene 10 acepciones para definirla, pero la instrumentalización que se hace del término es infinita. En la coyuntura actual, es común encontrar una asociación entre las palabras paz y la ausencia de conflicto entre  nuestras Fuerzas Armadas en representación del Estado Colombiano y los grupos armados al margen de la ley. Como resultado del anuncio de la negociación entre el Gobierno Nacional y las FARC, la palabra Paz vuelve a tomar fuerza y se posiciona como uno de los temas más importantes en la agenda nacional.

En la época de la video-política es muy común que se distorsione nuestra percepción y creamos que los eventos que se nos muestran con lupa son realmente gigantes, de que cometamos el error de creer que lo que no se nos muestra por los medios masivos audiovisuales no existe, y de caer en la indiferencia propia de quien actúa como espectador y renuncia a ser un constructor  de una nueva realidad, de quien renuncia a su responsabilidad en la transformación de las circunstancias actuales de violencia y destrucción de nuestro tejido social, de asumir un rol pasivo frente a la actual destrucción de conceptos y perspectivas como Ciudad, Ciudadanía, Ciudadano, Convivencia, Corresponsabilidad y Sentido de Pertenencia entre otras. Colombia y junto con ella su Capital y las demás ciudades no son ajenas a las dinámicas de orden mundial, en especial al  incremento  de la población en áreas urbanas.

Los espacios rurales le están cediendo espacios y habitantes a las grandes urbes,  este incremento de la población en las ciudades debe estar acompañado de un incremento en la capacidad gubernamental para facilitar la infraestructura, los espacios, las reglamentaciones, y por sobre todo un funcionariado o conjunto de funcionarios eficientes, comprometidos, con sentido de pertenencia y amor por su ciudad y su país. Solo así las ciudades seguirán siendo un espacio para soñar y para conseguir las oportunidades que nos permitan alcanzar como individuos mejores condiciones y un mejor desarrollo humano.

Si como ciudadanos no somos capaces de dimensionar nuestra responsabilidad en la construcción de estas ciudades ideales y desechamos el correcto ejercicio de ciudadanía como una herramienta constructora de paz y elemento esencial en la construcción y consolidación de una mejor sociedad, entonces las ciudades dejaran de ser ese espacio al cual migran nuestros compatriotas en busca de mas y mejores oportunidades para convertirse en espacios proclives a la degradación humana.

Jiddu Krishnamurti, un famoso escritor y filósofo  consideraba que “No es signo de buena salud el estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma”, y realmente nuestra sociedad se encuentra así: Enfermay lo peor es que nosotros estamos adaptados a la enfermedad. No de otra manera podríamos entender que día a día veamos como son asesinados nuestros hermanos, nuestros conciudadanos, nuestros familiares y amigos como consecuencia del ejercicio irresponsable de ciudadanía en el escenario de la movilidad, la violencia vehicular es un azote al que nos acostumbramos sin mostrar una respuesta enérgica como sociedad. Los responsables no son solo los conductores, también lo son los peatones imprudentes, los pasajeros intolerantes, los prestadores de servicio público agresivos, sin lugar a dudas todas estamos expuestos a ser victimas  y victimarios siempre que no actuemos de manera cívica, honesta, respetuosa y responsable.

Enferma,porque nos acostumbramos a la doble moral de quien critica la delincuencia pero compra por estatus o por economía objetos robados como celulares  y autopartes entre otros, sin importarnos que los delincuentes asesinen a quienes de manera honesta consiguieron esos bienes por los cuales lamentablemente terminan perdiendo la vida,  viendo quebrantada su salud y perdiendo la confianza en la sociedad y las instituciones. Cada compra de un objeto de dudosa procedencia es un incentivo para la delincuencia,  y si lo hacemos,  deberíamos asumir nuestra cuota de responsabilidad en el homicidio de ayer, en el de hoy o en el de mañana.

Enferma,porque consumimos bienes y servicios de manera irresponsable, sin dimensionar el impacto de nuestras decisiones en el medio ambiente, creyendo que el mundo se agota con nuestra existencia y porque no vemos que  los recursos naturales son un préstamo que nos hacen las futuras generaciones. 

Enferma, porque descuidamos nuestro entorno urbano a causa de la falta de higiene, la publicidad excesiva que produce contaminación visual y auditiva, porque no nos importa cumplir con los horarios establecidos para sacar la basura, sin importarnos que después estén ensuciando nuestras calles, porque no cuidamos nuestras fachadas y dejamos que el deterioro urbano genere condiciones de insalubridad, inseguridad y afeamiento de nuestro entorno.

Enferma, porque prostituimos la participación social y política, instrumentalizando las protestas como parapeto y excusa para destruir el mobiliario urbano, la propiedad privada, nuestros  monumentos, nuestros espacios…, porque hay quienes entienden la revolución y ser revolucionarios como pretextos para el vandalismo y se convierten en  destructores de lo público so pretexto del legitimo derecho de la protesta.

Enferma, porque vemos día a día como prima el individualismo y el cumplimiento de las normas se subordina a los intereses personales en situaciones tan cotidianas como el respeto al semáforo, el olvido de la funcionalidad y el propósito de las canecas, de las cebras, de los buses y las instalaciones de Transmilenio.

Enferma,porque la falta de sentido de pertenencia y amor por nuestra ciudad se manifiesta al asumir el rol de sujetos demandantes de derechos mas que como cumplidores de deberes, creando así un desequilibrio y deformación de la condición de ciudadanía, porque no nos asumimos como parte de la solución a nuestros problemas sino como espectadores exigentes que están atentos a ver como los demás hacen que las cosas cambien.

Por estas y muchas otras razones nuestra querida Bogotá necesita Desadaptados, necesita personas que se Des-adapten de esta situación de anarquía, falta de sentido de pertenencia, anomia, indiferencia y falta de civismo. Esta es una invitación a asumir una actitud reflexiva y de compromiso en la construcción de una mejor ciudad, una ciudad en la que los ladrones no encuentren rentable robar y vender los objetos robados, en la que se promueva el Desarrollo económico y la economía formal desde un consumo responsable, una ciudad en la que la muerte de una sola persona a causa de la violencia vehicular, de la delincuencia o del incumplimiento de las normas cause indignación y provoque respuestas gubernamentales y ciudadanas contundentes. Una ciudad en la que todos los ciudadanos contribuyan en el desarrollo y en el  progreso propio y de los demás. Pero por sobre todo una ciudad en la que la Cultura Ciudadana y el  Correcto Ejercicio de Ciudadanía se conviertan en motores de una sociedad que no se rinda ni ceda ante lo cotidiano que se vuelve imperceptible  y asuma desde una perspectiva mas compleja que la del conflicto armado el desafío y la responsabilidad de construir un entorno urbano en el que se pueda soñar, se pueda vivir en Paz,  y en el que el esfuerzo y el trabajo honesto sean garantes del progreso y del bienestar individual y colectivo.

Aunque parezca utópico y poco fácil de realizar, esta mejor ciudad solo podrá ser construida con la ayuda de quienes sean capaces de des-adaptarse a las actuales circunstancias y asuman el compromiso de construir una mejor sociedad y una mejor ciudadanía.

¡Que Dios Bendiga a Colombia!
¡Que Dios Bendiga a Bogotá!

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