La implementación de Sistemas Integrados de Transporte es necesaria en la mayoría de los centros urbanos a nivel mundial. Las ciudades deben brindar la oferta necesaria para garantizar que la ciudadanía se pueda desplazar de manera eficiente, segura y sostenible, razón por la cual se propende por la interconexión de diferentes modos de transporte que permitan brindar una óptima oferta de transporte atendiendo a “realidades tanto operativas, como de cobertura y logística”[1].
Nuestra ciudad avanza de manera gradual en la implementación de un Sistema Integrado de Transporte, de momento, la atención se ha centrado en la importancia de conectar elementos de infraestructura, maquinaria, recaudo y operación. Sin embargo, es importante involucrar de manera integral a la ciudadanía, desde una perspectiva mucho más ambiciosa que la de capacitar usuarios. La construcción de ciudadanía es una tarea que debe estar a la orden del día en este tipo de proyectos, ya que en el sistema de transporte se generan dinámicas de convivencia, seguridad, protección del medio ambiente, cuidado del hábitat, construcción de sentido de pertenencia, entre otras, y no solo de movilidad. En este nuevo modelo se necesita de la participación activa y corresponsable de la Ciudadanía, solo de esa manera podremos construir un sistema de transporte competitivo y protector de nuestra vida.
Para empezar debemos reflexionar sobre lo que es un sistema y cómo al formar parte de él nos hacemos responsables de su éxito o su fracaso. El “Sistema es un todo organizado y complejo; un conjunto o combinación de cosas o partes que forman un todo complejo o unitario. Es un conjunto de objetos unidos por alguna forma de interacción o interdependencia”[2]si un Sistema es un conjunto de piezas o partes que trabajan de manera armónica para lograr un objetivo, se requiere de un nivel mínimo de organización en el que exista coherencia funcional entre las partes, por esta razón no se puede pensar en un sistema de transporte eficiente si no se asume como una prioridad la cualificación del componente humano. Según el filósofoy biólogo austríaco Ludwig von Bertalanffy, el “sistema es un conjunto de unidades recíprocamente relacionadas. De ahí se deducen dos conceptos: propósito (u objetivo) y globalismo (o totalidad)”[3], y es allí donde esta nuestra Primera Reflexión: ¿Cuál es nuestro objetivo dentro del Sistema? Esta es una pregunta que nos debemos hacer todos y cada uno de los actores de la movilidad, porque si cada vez que nos insertamos en el sistema solo pensamos en la satisfacción de nuestras necesidades y dejamos de lado el contexto en el que nos movemos, a nuestros conciudadanos y la normatividad vial, seguramente seremos parte del grupo de personas que conduce en estado de embriaguez poniendo en riesgo la vida de los demás, de los que se acuestan cómodamente en los buses articulados sin el menor interés por la comodidad de quienes van más incómodos por la reducción del espacio, o del grupo de conductores de servicio público que ponen en riesgo la vida de aquellos pasajeros que recogen y dejan en medio de la vía.
Segunda Reflexión: ¿Vamos a hacer que los demás se vean afectados por nuestras acciones o por nuestras omisiones? En el entendido de que todos nos encontramos relacionados dentro del sistema vial, es evidente que el error de uno de nosotros puede afectar la vida de otras personas, sobran ejemplos de personas asesinadas por falta de un ejercicio responsable de ciudadanía por parte de quienes conducen en estado de embriaguez y quienes en los sistemas de transporte actúan de manera intolerante. La promoción del autocontrol y el acatamiento de las normas deben estar a la orden del día en la implementación del sistema, solo de esta manera todos tendremos claro que el cumplimiento de los objetivos individuales debe estar en armonía con los intereses colectivos.
Esta es una invitación a ejercer ciudadanía de manera corresponsable, para así poder formar parte del cambio cultural en materia vial que nos permita vivir de manera más segura, con la confianza de que todos hablamos el mismo lenguaje y respetamos las normas por el bien individual y colectivo. Recordemos que “es posible modelar, cincelar nuestras prácticas sociales con proyectos que suelen parecer utópicos para el día a día de la caótica vida urbana, pero que obedecen a la más estricta ley histórica, que ya Marx, Durkheim y Weber analizaron hace tiempo. En síntesis, el suizo peatón puede cruzar con esa seguridad milimétrica la calle, porque hay un contexto social y político en donde eso es posible, y se hace hábito.”[4].
De nosotros depende la construcción de un contexto cultural en el cual ninguno de los actores de la movilidad agreda a los demás y nos podamos desplazar de manera agradable, económica, rápida y segura. La implementación de nuestro sistema integrado de transporte solo será sostenible y eficiente si se hace desde una perspectiva de Cultura Ciudadana.
[1] Cuevas Liliam Patricia, Devia Camilo Andrés, “Sistema Integrado de Transporte: Una Alternativa para la Movilidad en Bogotá”, Centro de Estudios Democráticos., Bogotá D.C., 2007, Pág. 9
[4] “Reportaje ISEV Pablo Wright. Doctor en antropología. Profesor de los posgrados en antropología social de FLACSO y de IDES-IDAES/UNSAM”, En: Seguridad Vial. Revista del Instituto de Seguridad y Educación Vial, Nº104, julio - agosto – septiembre, Argentina, 2009, Pág. 19.
Ya existen sistemas de transporte público masivo más eficientes, económicos, limpios y rentables que no hay que subsidiarlos, y no hay que desbaratar una ciudad para instalarlos, se llaman Ecolvías (Vías Ecológicas).
ResponderEliminarSolucionamos en poco tiempo y con bajo presupuesto los problemas de transporte público en una ciudad.
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