Bogotá y Colombia deben construir Capital Social y Madurez Electoral

Los sistemas democráticos son los sistemas políticos en los cuales la ciudadanía tiene mayor nivel de injerencia en los asuntos públicos. A la pregunta: ¿Qué entiende por democracia? Muchos ciudadanos responden con la célebre definición de Democracia citada por Abraham Lincoln en el Discurso de Gettysburg: “la democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”. Naturalmente, no todos los sistemas democráticos se encuentran en el mismo nivel de desarrollo institucional, económico, cultural, político y social para hacer que el espíritu democrático se viva a plenitud. Nosotros, por ejemplo, tenemos pendiente la construcción de una mejor ciudadanía, que rija su vida desde un correcto equilibrio entre derechos y deberes desde un enfoque de cultura ciudadana integral, que responda a los desafíos globales modernos.

Para avanzar en la construcción de un mejor régimen democrático es necesario contar con una ciudadanía cualificada que haga de los preceptos democráticos letra viva y fortalezca la democracia a nivel institucional, económico, cultural, político y social. No podemos esperar que las respuestas a nuestros problemas lleguen única y exclusivamente de disposiciones de carácter político, legal y administrativo emanadas de las instituciones públicas, aunque tengan una naturaleza representativa, ya que finalmente somos nosotros los ciudadanos quienes en el desarrollo de dinámicas de convivencia horizontal, es decir entre nosotros, muchas veces hacemos que las disposiciones legales sean letra muerta, erosionamos la posibilidad de vivir una mejor realidad, afectamos nuestra calidad de vida y en algunos casos acabamos con la vida de nuestros conciudadanos, compatriotas, familiares y amigos. Si decimos que la democracia es el poder del pueblo, debemos asumir que en nuestro poder está la posibilidad de construir una sociedad buena para todos, de la misma forma en que por el contrario, nuestras omisiones hacen que se fortalezcan, aumenten y se consoliden los problemas que nos aquejan.

La democracia requiere de una ciudadanía que actué de manera responsable en los escenarios en los cuales desarrolla sus actividades y asuma las consecuencias de sus acciones con resiliencia, es decir, con la capacidad de sobreponerse al infortunio, fortalecerse y salir adelante aun cuando las condiciones no son favorables, sin quedarse en una actitud de derrota, conformismo o aceptación frente a situaciones adversas. Este es un término que viene de la física, pero que al llegar a las ciencias sociales hace referencia a “la capacidad para triunfar, para vivir y desarrollarse positivamente, de manera socialmente aceptable, a pesar de la fatiga o la adversidad, que suelen implicar riesgo grave de desenlace negativo”[1].

La asignación de cargos públicos y conformación de corporaciones de elección popular está en nuestras manos, de nosotros depende en gran medida la cualificación de la función pública, y esto solo es posible si actuamos de manera responsable, inteligente, ambiciosa y madura en la dinámica electoral. Sabemos que “decidir por quién votar puede ser algo difícil. Por eso hay un tiempo dedicado a que los candidatos expliquen sus ideas, propuestas y planes para que la gente los conozca. A ese tiempo se le llama Campaña Electoral.”[2]

Apreciados conciudadanos, nuestro voto, el de todos y cada uno de nosotros, debe ser el resultado de un discernimiento que nos permita tener claridad sobre la sociedad que queremos y quienes son las personas que desde la función pública nos pueden ayudar a construir ese contexto ideal para las actuales y futuras generaciones. Para esto se requiere de mucho criterio y sabiduría para hacer una evaluación juiciosa del momento por el cual atravesamos, los problemas que nos afectan hoy, los que se avecinan, la hoja de vida de quien se postula, sus capacidades, sus fortalezas, debilidades, y muy especialmente de las metas que han alcanzado, ya que la función pública debe convocar a los mejores, ese no debe ser un espacio para principiantes con buenas intenciones y poca o ninguna capacidad probada para conseguir resultados. Sus logros nos hablaran de su capacidad de trabajo, su responsabilidad y sus habilidades a nivel conceptual y profesional, no sus apellidos ni un discurso grandilocuente. Aunque no debemos olvidar que “el voto no es mágico. No arregla los problemas automáticamente ni da solución a conflictos,”[3]pero nos ayuda a avanzar de manera democrática.

Nuestra selección debe privilegiar a aquellos que entiendan la realidad de los diferentes sectores de nuestra población, ya que no todos vivimos en el mismo contexto ni tenemos las mismas necesidades, las propuestas deben ser incluyentes para no caer en discursos divisionistas que nos alejen de la construcción de un sentido de unidad en el cual todos nos sintamos responsables del progreso y del bienestar propio y ajeno.

De la forma en que cada uno de nosotros actuemos depende la construcción de una Inteligencia Colectiva que nos permita lograr una identidad política común, en el entendido que esta “involucra a un conjunto de personas que pueden comprometerse individualmente con objetivos y emprendimientos personales diferentes y mantener distintas concepciones del bien, pero para el logro de esos objetivos y de las acciones que proponen, aceptan el sometimiento a reglas que prescribe la comunidad política pública”[4].Para elegir a los mejores no se necesita cuestionar el pluralismo descalificando a quienes piensan diferente a nosotros porque nuestros enemigos en materia electoral son la mediocridad, el oportunismo, el populismo, los ídolos con pies de barro, las colectividades sin autoridad moral que han legitimado con su silencio actos de corrupción, la negligencia, la corrupción, los caciques políticos quienes por conservar privilegios ahogan nuevos liderazgos, los candidatos que esgrimen un apellido como prueba de mérito para acceder a la función pública como si los cargos públicos le pertenecieran a unas cuantas familias, y los estandartes del interés particular con discursos grandilocuentes en el que juran lealtad al interés público, entre otros.

Recordemos cinco ideas que son esenciales para avanzar hacia la construcción de una madurez política y electoral:
  1. Los Funcionarios Públicos al cumplir con su labor no nos hacen un favor, solo cumplen con su trabajo, porque ese es el propósito de las instituciones y por eso ya han recibido una remuneración económica, no tienen por qué cobrarnos con nuestro voto por el desarrollo de sus funciones constitucionales.
  2. El Voto no se negocia porque la falta de efectividad en la Gestión Pública, se le factura directamente a los ciudadanos, no podemos firmar un cheque en blanco y comprometer nuestro futuro.
  3. Las ideas de Castigo y Premio en materia electoral, son muestra de la falta de Cultura Política. El mejor ejemplo de esto nos lo dieron los Ingleses después de la segunda guerra mundial, recordemos que a pesar de que Winston Churchill había cumplido su promesa y había llevado al pueblo ingles a la victoria sobre los países del eje (Alemania, Italia, Japón), no fue reelecto en su cargo porque sabiamente el electorado creía que quien  los había guiado con éxito en la guerra, no era el mejor hombre para liderarlos en la recién ganada paz. Se debe reelegir o no, dependiendo de las capacidades de los individuos, la pertinencia de las propuestas, la solidez de los partidos, y su habilidad para responder a las dificultades del momento histórico que vivimos, pero nunca pensando que un cargo es un premio o que la salida es un castigo.
  4. Las personas que ofrecen una transformación de la realidad para llevarnos a un paraíso terrenal en el cual reinará la política del menor esfuerzo  sin pensar en las responsabilidades de carácter político, económico, jurídico, contractual, administrativo y laboral que deben ser tenidos en cuenta en la administración pública y los distintos cargos de elección popular, en realidad trabajan electoralmente sobre nuestras esperanzas, pero muy seguramente no van a cumplir con sus propuestas de manera honesta, así es que debemos ser muy serios y responsables al elegir las ideas que respaldamos y tener mucho cuidado con la trampa del populismo. Un ejemplo en esta materia nos lo dio durante el 2012 Suiza al renunciar a dos semanas de vacaciones pagas adicionales a las 4 que ya tienen. Este electorado de manera responsable renuncio a tan deseable reglamentación en el marco de un plebiscito convocado por grupos sindicales; “con su voto, los suizos parecieron refrendar su conocida ética laboral y ponerse a la vanguardia europea en materia de austeridad. Los suizos parecieron atender las advertencias del Gobierno y las empresas en el sentido de que más vacaciones aumentarían los costos laborales y pondrían en riesgo la economía nacional”[5].
  5. Debemos dimensionar la importancia de hablar con nombres propios y con conocimiento de causa. Esto es muy importante porque frente al desprestigio y falta de confianza por parte de la ciudadanía en instituciones públicas como el Congreso, muchas personas llegan al lugar común de descalificar a toda la corporación, olvidando que el congreso está conformado por 102 senadores y 166 representantes, para un total de 268 congresistas, cada uno de ellos con su respectiva unidad de trabajo legislativo o UTL y con un cuerpo de funcionarios que les prestan apoyo para sacar adelante la agenda legislativa en nuestra nación. Muchos de ellos trabajan con compromiso, disciplina, coherencia, inteligencia y un genuino interés por el bienestar de nuestra sociedad. No podemos descalificar a todas las personas sin conocer su trabajo, ya que esto es algo irresponsable de nuestra parte y le abre las puertas a la abstención y a la pérdida de confianza en las instituciones. Cada uno, desde su perspectiva debe evaluar el trabajo de los legisladores, hay unos muy buenos, así como hay otros que gracias a su capacidad de conseguir votos llegaron allá a no hacer nada o a hacer muy mal las cosas.

Debemos acabar con el falso dilema que asigna prioridades a lo público o a lo privado, como si estas dos perspectivas se excluyeran o fueran opuestas y la importancia de lo público afectara lo privado o lo privado a lo público. Esta idea ha dificultado la construcción del NOSOTROS y ha fortalecido como principal protagonista de nuestra democracia el YO. Lamentablemente reina el individualismo, su naturaleza no ha cambiado y aún hoy puede ser descrito como “un sentimiento pacífico y reflexivo que predispone a cada ciudadano a separarse de la masa de sus semejantes, a retirarse a un paraje aislado, con su familia y sus amigos; de suerte de después de haber creado así una pequeña sociedad a su modo, abandona con gusto la grande.”[6]

Quienes han pensado que la educación académica y la formación en valores de quienes no son sus hijos no es su asunto suyo, pueden en algún momento de la vida llegar a sufrir las consecuencias como resultado de la pobreza, la falta de formación en valores y la cultura de la ilegalidad  ajena, ya que la falta de mejores conciudadanos para compartir la vida en sociedad en realidad es asunto de todos. El uso desmedido e irreflexivo del YOestá ahogando el NOSOTROS, gracias a un falso dilema que nos ha hecho olvidar o nos ha dificultado entender que “hay aspectos de las acciones privadas que dependen en su realización de ciertas condiciones de la esfera pública. Los deseos, las decisiones, las elecciones, son privadas porque expresan la voluntad y responsabilidad de cada individuo, pero sus realizaciones son posibles en la esfera pública”[7].

Nunca olviden que la construcción de Capital Social y Madurez Electoral es nuestra responsabilidad. Así ganaremos todos.




[1] Cyrulnik Boris, “La maravilla del dolor. El sentido de la resiliencia”, Editorial Granica, Uruguay, 2001, Pág. 10.
[2] Acosta Raúl, “Cada opinión cuenta. Votar implica decidir qué comunidad queremos todos”, Petra Ediciones, México, 2010, Pág. 29.
[3] Ibíd. Pág. 45.
[4] Levín Silvia, “Los desafíos de la ciudadanía en las sociedades contemporáneas”, En: Revista SAAP, Vol. 2, Nº 1, Pág. 63.
[5] “Suizos rechazan dos semanas de vacaciones pagadas para evitar crisis”, Marzo 11 de 2012, En: El Comercio. Portafolio, Disponible en: http://elcomercio.pe/economia/1385928/noticia-suizos-rechazan-dos-semanas-vacaciones-pagadas-evitar-crisis
[6] Tocqueville Alexis, “La democracia en América”, Fondo de Cultura Económica, México-Buenos Aires, 1963, Pág. 466.
[7] Op.cit. Levín Silvia, “Los desafíos de la ciudadanía en las sociedades contemporáneas”, En: Revista SAAP, Vol. 2, Nº 1, Pág. 65. 

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