El Relativismo: Irrespeto y falta de convivencia

Relativismo en nuestras relaciones interpersonales: Irrespeto y falta de convivencia:

No hay cristales de más aumento que los propios ojos del hombre cuando miran su propia persona.

Alexander Pope (1688-1744)

La posibilidad que ofrece el relativismo de asignar valor, importancia y significado a las ideas, situaciones, normas e instituciones, según sea el parecer de cada individuo ha llegado a la relativización del valor, la importancia y el significado de las demás personas, de la forma en que nos relacionamos, en la que conseguimos nuestros objetivos y con la cual resolvemos nuestros conflictos cotidianos.

Fuente: Revista Bogotá Mía
La resolución de conflictos mediante el dialogo requiere de la habilidad de escuchar, entender al otro y renunciar a lo superfluo que puede haber en nuestras intenciones para construir acuerdos Gana - Gana cuya base para la construcción de relaciones armónicas sea el cumplimiento de las normas que regulan nuestras interacciones en sociedad, empezando por la más importante de todas: Los 10 mandamientos de la Ley de Dios: “Amarás a Dios sobre todas las cosas, No tomarás el Nombre de Dios en vano, Santificarás las fiestas, Honrarás a tu padre y a tu madre, No matarás, No cometerás actos impuros, No robarás, No dirás falso testimonio ni mentirás, No consentirás pensamientos ni deseos impuros, No codiciarás los bienes ajenos”, además de seguir con las demás disposiciones de nuestro ordenamiento legal. Mejorar las dinámicas de convivencia ciudadana es un gran desafío, especialmente en un momento histórico en el cual el YO, de cada individuo está sobrevalorado en virtud de una perspectiva de los derechos individuales mientras se desconoce el valor del OTRO y la importancia de los deberes para con los demás. Algunas personas han olvidado “que la alabanza propia envilece”[1] y actúan como si fueran seres privilegiados que devalúan y agreden a los demás.  El relativismo ha hecho que cada quien defina los parámetros que determinan su forma de relacionarse, por esa razón es muy difícil encontrar un terreno común de valores y preceptos sobre los cuales construir dinámicas de convivencia basadas en el respeto entre vecinos, compañeros de trabajo, usuarios del trasporte público y demás escenarios públicos y privados en nuestra sociedad.

De la misma forma en que nuestras interacciones de tipo económico requieren de unidad de criterios sobre nuestros elementos de intercambio (monedas y billetes), a los cuales les asignamos un valor, que es igual para todos, de tal manera que un billete de cien dólares tiene el mismo valor en el mercado para cualquier persona, así, nuestros intercambios son claros en la medida en que cada uno sabe el valor de lo que da y lo que recibe. Trayendo el ejemplo anterior al análisis de las dinámicas de convivencia, podemos ver que lamentablemente valores como el respeto, la tolerancia, el autocontrol y la solidaridad tienen un valor relativo para cada individuo dependiendo si se da o se recibe; es decir, muchas personas creen que los valores anteriormente mencionados tienen un gran valor cuando juegan a favor de ellos, pero les asignan un valor mínimo cuando se trata de respetar y tolerar a los demás, o de fijarnos niveles altos de autocontrol y construir relaciones de solidaridad con los demás. Lamentablemente creemos que lo que para nosotros es importante tiene un valor máximo, mientras que lo de los demás tiene un valor mínimo y es sujeto a ser relativizado por parte de nosotros, porque la filosofía dominante del relativismo dice erróneamente que cada quien es libre de creer, pensar y hacer lo que quiera, cuando quiera y como quiera. De esta manera actúan quienes irrespetan la tranquilidad de los demás haciendo ruido, quienes no recogen la materia fecal de sus mascotas, quienes sacan la basura en horarios no permitidos, quienes dan limosna a los drogadictos en lugar de ayudar a personas pobres, sin vicios, que necesitan nuestra ayuda, quienes compran todo tipo de productos en el sistema de transporte, quienes no respetan el orden de llegada y entrada mediante mecanismos de organización como la fila, quienes arrojan basura en la calle, etc. Debemos tener en cuenta que “«la solidaridad universal, que es un hecho y un beneficio para todos, es también un deber». En la actualidad, muchos pretenden pensar que no deben nada a nadie, si no es a sí mismos. Piensan que sólo son titulares de derechos y con frecuencia les cuesta madurar en su responsabilidad respecto al desarrollo integral propio y ajeno”[2].

Es importante llamar la atención sobre un antivalor que se nos ha vendido engañosamente como algo positivo, como un valor deseable e incluso digno de ser promovido: La Espontaneidad. En nuestra sociedad han hecho carrera frases como: “yo digo lo que quiero, cuando quiero y como quiero”, “yo si le digo la verdad en su cara”, “yo no tengo pelos en la lengua”, “yo digo lo que siento”, “a mí no me tiembla para decir y hacer lo que quiero”. Estas son algunas de las frases que se disfrazan de sinceridad, claridad, franqueza y muestra de un carácter fuerte, pero que en realidad legitiman la irreflexión, la falta de autocontrol, frases que además le cierran las puertas a la asertividad y que son repetidas día a día por miles de personas, escuchadas por nuestros niños y niñas, y perpetuadas como características culturales que le dan sustento a la poca calidad de nuestras dinámicas de convivencia, dándole rienda suelta a nuestras emociones, nuestros instintos, respondiendo por impulsos de manera irreflexiva y así vamos coleccionando las consecuencias de actuaciones espontaneas que lamentablemente han facilitado la creación de un entorno hostil que solo está cosechando una cultura del miedo y de violencia en nuestra sociedad.

Las personas que siempre reaccionan de manera espontánea caen en la trampa de la irreflexión y no calculan el impacto de sus acciones y de sus palabras, creando problemas de convivencia, hiriendo a los demás, generando el rechazo de quienes son agredidos, y por sobre todo, acabando con la posibilidad de desarrollar la habilidad de comprender a los demás y expresarse de la mejor manera, escogiendo los términos precisos y buscando el momento más oportuno para expresar lo que se siente de una manera adecuada. Pensar cada una de nuestras acciones para actuar de manera sabia, humilde y prudente, nos permitirá escribir con grandeza y pulcritud el libro de nuestra vida, un libro en el que siempre habrá la posibilidad de mejorar y corregir errores para escribir mejor las próximas páginas, pero del cual nunca se podrán borrar nuestras actuaciones ni sus consecuencias, tanto para nosotros como para los demás.

Un proverbio Chino nos dice que: "Hay tres cosas que nunca vuelven atrás: la palabra pronunciada, la flecha lanzada y la oportunidad perdida", en la Fundación Bogotá Mía creemos que este proverbio es una excelente metáfora de las dinámicas de convivencia en nuestra querida Bogotá, donde lo que decimos, lo que hacemos y lo que dejamos de hacer a nivel individual como personas e instituciones, genera un impacto colectivo que contribuye en la construcción de las dinámicas que configuran nuestra realidad. No podemos seguir permitiendo que “espontáneamente” nos pasen cosas malas.

En nuestras mentes y nuestras manos está la posibilidad de construir relaciones marcadas por el respeto y el autocontrol, ya que si bien es cierto que todos tenemos el derecho de expresar lo que pensamos y sentimos, también tenemos el deber de expresarnos con respeto por los demás y por nosotros mismos, recordando siempre que los problemas pasan pero las heridas quedan y que no podemos permitir que lo que empieza como un problema pequeño se agrande por nuestra falta de humildad, de reflexión y de autocontrol, todo lo anterior amparado en la corrosiva construcción de un ego desmedido que atiende a la ley del más fuerte. Lamentablemente muchas personas ven mecanismos de resolución de conflictos como el diálogo, la construcción de acuerdos y la denuncia o solicitud de intervención de un tercero, como actos de debilidad, además de considerarlos ineficientes, razón por la cual muchas veces deciden actuar de manera instintiva, haciendo que los problemas crezcan y generen consecuencias lamentables que llegan a ocasionar lesiones personales, rompimiento o deterioro de relaciones afectivas, pérdida de confianza, del patrimonio y lamentablemente en muchas ocasiones se causa la perdida de la vida; de allí la importancia de reconocer que si nos preparamos para actuar de manera asertiva en el momento inicial de un conflicto, estas secuelas del relativismo en nuestras dinámicas de convivencia se pueden prevenir. 

A los ciudadanosnos queda el reto de desarrollar las habilidades necesarias para actuar como diplomáticos y ajedrecistas en nuestras dinámicas cotidianas: 

ü Como diplomáticos:porque es importante que actuemos como representantes de nosotros mismos, de nuestros seres queridos y de nuestra ciudad, para eso se requiere dimensionar el valor de nuestra familia y sociedad. Debemos asumir nuestro rol como agentes encargados de mejorar nuestra calidad de vida, de nuestros seres queridos y conciudadanos, dejando de lado lecturas de la realidad en las cuales pensamos primero YO, segundo YO, tercero YO, entrando así en una dinámica que nos ahoga y erosiona la posibilidad de que los valores le den sustento a unas costumbres que propendan por el desarrollo humano integral.

ü Como ajedrecistas:porque es importante evaluar las consecuencias de nuestras acciones y optar por actuar siempre tomando la mejor decisión pensando en el largo plazo, respetando las normas que rigen nuestras actividades para avanzar en la consecución de nuestros objetivos individuales y colectivos. No podemos poner en riesgo nuestras metas a largo plazo por tomar decisiones irreflexivas de manera prematura, debemos planificar nuestras acciones en el campo laboral, académico, familiar, económico y social para vivir la vida que proyectamos, no la que nos coja a la topa tolondra, como diría P. Ducker: “la planificación a largo plazo no es pensar en decisiones futuras, sino en el futuro de las decisiones presentes”, si tenemos en cuenta este mensaje no solo evitaremos conflictos sino que podremos acercarnos al cumplimiento de nuestras metas.

A las autoridades les queda el desafío de construir relaciones de confianza con la ciudadanía y crear un contexto físico y cultural que propenda por la sana convivencia y el desarrollo humano integral:

ü Construir relaciones de confianza con la ciudadanía: implementando estrategias de carácter preventivo, actuando de manera eficiente siempre que sean llamados a defender a las personas haciendo prevalecer la ley, al dirimir cualquier tipo de conflictos y por sobre todo haciendo de la administración de JUSTICIA un activo colectivo que genere confianza en las leyes y en las instituciones, para acabar con la lectura de la realidad que nos muestra que las instituciones  no castigan la maldad y que quienes quieran evadir la ley con enredos o desde cargos de poder político, social, laboral u económico lo pueden hacer porque pareciera que la ley no estuviera al servicio de la justicia. 

ü Crear un contexto físico y cultural que propenda por la sana convivencia y el desarrollo humano integral: Es necesario trabajar de manera armónica entre el sector público, el privado y la ciudadanía, además de dimensionar la importancia y las potencialidades que ofrecen los Escenarios de Hábitat, de Desarrollo Económico y de Seguridad Ciudadana propuestos por la Fundación Bogotá Mía para dar solución a los problemas que nos aquejan y proyectarnos para crear las condiciones que no solo nos resuelvan los problemas, sino que nos acerquen a un mejor nivel de calidad de vida para las actuales y futuras generaciones. Es necesario comprender el Escenario de la Seguridad Ciudadana para poder hacer Un mejor análisis de cifras y estadísticas en materia deSeguridad, Desarrollar Accionespreventivas para cerrarle espacios a la delincuencia, es necesario que el nivel institucional se pregunte si: ¿Le vamos a escriturar algunos sectores de nuestra querida Bogotá a los delincuentes?, que se implementen proyectos integrales, ambiciosos y muy bien estructurados en materia de Cultura Ciudadana que nos permitan generar las condiciones para que Acabemos con el terror vial desde el ejercicio responsable deciudadanía, entender con humildad y vocación de servicio que El Ejercicio de la Autoridad no es Discrecional ni debe estarorientado por fines Mediáticos, construir un Hábitat adecuado para la Seguridad, priorizar elOrden en el Espacio Público: Aseo. Así mismo, entender el Escenario del Hábitat nos ayudará a hacer frente al vandalismo que afecta la propiedad pública y privada, al igual que nuestro patrimonio histórico razón por la cual es importante trabajar en el Espacio Público en Bogotá: Grafiti, involucrar a la ciudadanía en proyectos que promuevan Sentido de Pertenencia, Amor por Bogotá y apropiación de nuestro espacio público para acabar con El mal uso por hábitos insalubres, igualmente, se debe ejercer autoridad de manera eficiente y promover programas de Cultura Ciudadana en el Escenario de Desarrollo Económicopara acabar con la Contaminación visual por exceso de publicidad, involucrar a toda la ciudadanía en proyectos con sostenibilidad en el tiempo que nos ayuden a cuidar nuestro entorno urbano acabando con el Abandono y falta de mantenimiento de las fachadas.

De esta manera podremos hacer que en cada una de nuestras acciones prevalezca el bienestar propio y el colectivo, actuando siempre con respeto por los demás, dejando de relativizar la valoración que les damos a las personas, a las situaciones, a nuestra querida Bogotá y a nuestras normas de convivencia. Cumplir o incumplir las normas desde un criterio que siempre incline la balanza a nuestro favor es lo que ha legitimado la cultura del atajo a todo nivel en nuestra sociedad y eso es lo que tenemos que acabar.


Autor:

Germán Fandiño Sierra.
Politólogo Internacionalista.
Magister en Derechos Humanos y Democratización

Correo: 
german@ciudadaniaparaeldesarrolloconsultoria.com

Instagram: @germanfsierra300

Twitter: @Germanfsierra











ü El Ejercicio de la Autoridad no es Discrecional ni debe estar orientado por fines Mediáticos: https://www.ciudadaniaparaeldesarrolloconsultoria.com/el-ejercicio-de-la-autoridad-no-es-discrecional-ni-debe-estar-orientado-por-fines-mediaticos










[1] Cervantes Saavedra Miguel de, “El ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha”, Ediciones Universales, Bogotá, 1994, Pág. 93
[2] Sumo Pontífice Benedicto XVI, “Carta Encíclica Caritas in Veritate”, Capítulo  Cuarto Desarrollo  de  los  pueblos, derechos  y deberes,  Ambiente, Numeral 43.

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