El mensaje de los héroes

Crecí viendo en la televisión, el cine y las revistas historias apasionantes protagonizadas por héroes y heroínas, quienes haciendo uso de sus habilidades y motivados por un inquebrantable sentido del deber y del bien, le hacían frente a las personas, situaciones y contextos que ponían en peligro la sociedad o realizaban actos de barbarie contra personas indefensas.

Pensar que el bien siempre triunfará sobre el mal, es una idea que me ha gustado desde niño, quizá por esa razón aún disfruto muchísimo viendo héroes y heroínas resueltos a no permitir que pierdan los débiles y ganen los malos, a no permitir que la cultura del miedo nos paralice mientras la indiferencia, la injusticia, la envidia, la saña, la ira, el odio, el vicio, la corrupción, la lujuria, la infamia, la mentira, la avaricia, la soberbia y el individualismo se abren paso conquistando nuestra mente y nuestro espíritu, erosionando nuestra fe y nuestra confianza en nosotros mismos, en los demás, en la ley y las instituciones.

Fuente: Alex Cruz
Estos héroes tienen algo en común, todos renuncian y ponen en riesgo su bienestar, seguridad y confort individual de manera voluntaria para poder enfrentar  amenazas o desafíos de carácter colectivo, y para ello hacen uso de habilidades físicas extraordinarias, las cuales les permiten dar la vuelta a situaciones adversas de manera heroica. Pero de ninguna manera son esas habilidades las que determinan su voluntad, lo que los mueve son las virtudes del alma. 

Aunque los héroes, los lugares y los contextos son diferentes, a todos se les puede identificar por su compasión con sus compatriotas, con sus conciudadanos o con toda la humanidad. Buscan abrirle camino a la paz, la justicia, el amor y la rectitud cumpliendo con su deber, cuestionando las normas de resignación colectiva. Luchan contra quien quiera imponer su voluntad por medio del engaño, la fuerza, la traición y la manipulación a costa de la vida y la dignidad de los demás seres humanos y la naturaleza. Aunque todos tienen animo resuelto y actúan sin dilación, tienen paciencia, lo que les permite lograr de manera sabia sus propósitos gracias a su habilidad para lograr la calma y el equilibrio interior. Ningún héroe se amaina frente a la primera dificultad, todos perseveran sin importar el costo que tengan que pagar, o la impopularidad de sus decisiones, ellos saben que lo importante no es empezar con entusiasmo sino avanzar con determinación hasta terminar con la satisfacción del deber cumplido. Todos los héroes tienen momentos de calma y meditación, solo así pueden interiorizar sus turbulencias para sacar de ellas lo mejor y no ceder frente a sus desafíos internos. Con sus acciones nos ayudan a construir un mejor mundo de manera desinteresada, ofrendando a la sociedad los frutos bien merecidos de su trabajo, dejando de lado el ego que reclama para sí grandeza, reconocimiento y honores, para darnos ejemplo de entrega, amor y confianza en los demás.

Millones de personas en el mundo migran del campo a las ciudades en busca de más y mejores oportunidades, nuestro país no es la excepción y Bogotá es un gran ejemplo de ello. Lamentablemente día a día tenemos que llorar y despedir a nuestros seres queridos a causa de acciones y situaciones que son prevenibles. Poco a poco nos acostumbramos y nos ahogamos en la inmensidad y la rutina de las dinámicas de nuestra ciudad, la cual se ve afectada por los delincuentes, pero aún más por nuestro egocentrismo y nuestra indiferencia frente a lo público, olvidamos que todos estamos inmersos en la sociedad y que esa interrelación hace que el individualismo egocéntrico nos enceguezca y juegue en nuestra contra.

El problema es que ese villano que acaba día a día con nosotros no es tan evidente e identificable como los villanos que combaten nuestros héroes y heroínas, por el contrario, se encuentra disperso y toma forma con todas y cada una de nuestras malas acciones, somos nosotros quienes le damos vida cuando actuamos de manera irreflexiva, movidos por el egoísmo, la indiferencia y la falta de civismo.

No podemos esperar la llegada de un súper héroe que resuelva nuestros problemas, la construcción de una mejor sociedad está en nuestras manos, por eso es necesario que cada uno de nosotros le haga frente a los defectos e ideas egocéntricas que nos llevan a pensar que nuestros derechos y deseos son superiores a nuestros deberes y nuestras responsabilidades.

Refuerzo mi fe y mi esperanza en la construcción de una mejor sociedad cada vez que las personas con las que interactuó saben que pueden contar conmigo y siento que puedo contar con ellas. Construir relaciones de confianza es uno de los desafíos que tenemos todos los seres humanos, para ello es necesario que acabemos con la anomia, entendiendo, cumpliendo, respetando y haciendo respetar las normas que nos hemos dado para vivir en sociedad.

Aún me emociona y me inspira la posibilidad de que el mal no nos gobierne, nos limite, nos amolde, nos deforme y acabe con nuestra vida. Me duele ver cómo nos acostumbramos a ver como se destruye el milagro de la vida, el gran regalo de Dios frente a nuestra indiferencia; pero sé, aunque suene utópico, que en todos y cada uno de nosotros hay un héroe que puede aportar de alguna manera en la construcción de un mundo mejor. Lo más importante es que frente a las adversidades no perdamos la fe y tengamos esperanza, pero no de esa que se sienta y espera, me refiero a la esperanza que se funda en la expectativa de que nuestras buenas acciones sean esa semilla que le permita a las actuales y futuras generaciones vivir y construir una sociedad ideal.

Hoy más que nunca me gustan los héroes y las heroínas, siento la necesidad de verlos, pero no en películas, me gustaría verlos en todos y cada uno de los rincones de nuestra querida Bogotá, haciendo felices a sus seres queridos, mejorando la vida de algún desconocido, actuando con civismo y promoviendo Cultura Ciudadana. Espero que todos tengamos la posibilidad de ver ese héroe cuando nos miremos en el espejo.

Autor:
Germán Fandiño Sierra.
Politólogo Internacionalista.
Magister en Derechos Humanos y Democratización
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